Reflexión para el adviento: tomando un riesgo de fe

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Por Diácono Ángel Hernández
El Mensajero Católico

El cuarto domingo de Adviento representa la paz. Nos recuerda el mensaje de los ángeles celestiales, “Paz en la Tierra”. Dos figuras se nos presentan en las lecturas de este domingo (Is. 7, 10-14; Rom. 1, 1-7; Mt. 1, 19-24) y en ambas se les pide que confíen en Dios y tengan fe.

Se supone que el Adviento es un tiempo de esperanza, fe, alegría y paz. Por lo general, se pierde este sentido en nuestra sociedad occidental por la “fiebre navideña”. A nosotros, como cristianos, se nos pide que asumamos el riesgo de la fe, que evitemos ser absorbidos por el mundo secular y que profundicemos en
nuestra fe, nuestro compromiso con Dios y en el evento que se desarrolla ante nosotros. Las historias que escuchamos este domingo son
pruebas de fe.

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El rey Ajas no pudo correr el riesgo de la fe, pero San José confió en Dios y corrió el riesgo y obedeció. Solo puedo imaginar a San José cuando supo que María estaba embarazada. Su nivel de estrés probablemente estaba por las nubes en esta situación. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a mirarles la sociedad a él y a María? Entonces, viene un ángel y le dijo: “No tengas miedo”. Parece que después, que el ángel apareció en el sueño de San José, su nivel de estrés disminuyó y estaba en paz. Dios estaba verdaderamente con él.

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El “sí” de San José (y el de María) permitió que el Señor entrara en nuestro mundo terrenal en toda su gloria. En nuestra cultura hispana, te-nemos una tradición católica llamada Posadas, que es una recreación de María y José tratando de encontrar un lugar para alojarse. La gente se disfraza de María, José y el posadero. Entonamos un canto de ida y vuelta, el uno al otro. María y José están literalmente afuera, cantando su pedido de refugio y el posadero y otros, están adentro cantando que no hay lugar.

Hacia el final de la recreación de esta rica tradición, el posadero deja entrar a María y José, reconociendo que María lleva al niño Jesús. El canto continúa y la letra cambia de tensa a pacífica. El posadero se arriesga. Al principio no confía en quiénes son estas personas hasta que abre su corazón y pone toda su confianza en Dios. Luego, con los brazos abiertos, permite que entren María y José.

Durante este tiempo de Adviento, ¿hemos dicho sí al Señor y le hemos acogido? ¿Hemos permitido que la Palabra hecha carne entre en nuestros corazones? Dios quiere estar con nosotros. Se encuentra justamente afuera de nuestras puertas, pidiéndonos que lo dejemos entrar.

A través de todo el ajetreo y el estrés, que nos trae el mundo secular, que encontremos paz en este tiempo de Adviento como lo hizo San José y, que asumamos el riesgo de la fe y la confianza en Dios. Que podamos vivir nuestras vidas a través de nuestra fe, mientras brilla en el mundo a través de nuestras acciones, en la forma en que nos tratamos unos a otros. Que el verdadero sentido del Adviento, llene de consuelo nuestro corazón como lo hizo con San José, que aceptó el riesgo y puso toda su confianza en Dios.

(Ángel Hernández sirve en la parro-quia de San Patricio en Iowa City.)


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