El 17 de febrero, en las comunidades cristianas católicas hemos iniciado el Tiempo de Cuaresma. Este tiempo es muy rico en sus símbolos, pues nos ayudan a vivir las celebraciones litúrgicas.
La Ceniza: Nos recuerda la fragilidad y caducidad de nuestra condición humana. Es también un gesto de humildad, de renuncia y del inicio de una sincera conversión que debe empezar por el cambio de nuestro corazón (Joel 2:12)
La Oración: Sabemos que el Señor está llamándonos a la conversión de nuestra vida (Mc. 1:15), pero la conversión es una gracia de Dios. Por lo tanto, la oración es la “llave” para abrir el corazón compasivo de Dios. Nuestra oración debe ser humilde, sencilla y llena de confianza.
El Ayuno y Abstinencia: Nos recuerda que la vida cristiana también es una renuncia a las cosas materiales, y que Dios debe estar en el centro de nuestra vida. ¡Dios es el bien mayor! El Ayuno es la oportunidad para renunciar a algunas cosas y sentir la debilidad de Jesús y de los más pobres. Los días de ayuno para mayores de 18 y menores de 59 años son: Miércoles de Ceniza, los viernes de Cuaresma y el Viernes Santo.
La Limosna: Los cristianos católicos a veces entendemos “limosna” al hecho de dar algunas monedas a los pobres. ¡Eso no es así! Para la Iglesia “la limosna” es una acción de amor a los hermanos y, también, es una acción solidaria con “los otros cristos” (Mt. 25:31-45).
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