Dear Brothers and Sisters in Christ,
National Catholic Schools Week, an annual celebration of Catholic education, will take place the week of Jan. 26 – Feb. 1, 2025. It is with heartfelt gratitude and profound respect that I write to you about the immeasurable value and enduring merits of our Catholic schools. These institutions stand as a beacon of faith, knowledge, and service, deeply rooted in the teachings of the Church.
Our Catholic schools embody the essence of our faith, nurturing the spiritual, intellectual, and moral development of our children. Grounded in Church teachings, these schools offer a holistic education that integrates faith with life, guiding students to become disciples of Christ. Pope Francis reminds us that “the Catholic school participates in the evangelizing mission of the Church” and plays a critical role in forming the future leaders of our faith community.
With faith as the binding element of Catholic schools, teachers, administrators and staff provide an environment for our children that stands at the intersection of faith and culture. When a student enters the Catholic school, they experience a new environment, an environment permeated with the Gospel integrated across all the disciplines; not just religion class. Ultimately, Catholic schools communicate a mission centered on the Eucharist, which, through faith formation, academic excellence and service, integrate culture with faith and faith with living.
The success of our Catholic schools is evident in the achievements of our students and alumni. They consistently perform well in academic measures, demonstrating the effectiveness of our educational model. Moreover, the values instilled in our students — integrity, compassion, and a commitment to service — are reflected in their contributions to society. Our graduates emerge as well-rounded individuals who are prepared to lead with faith and purpose.
In order to accomplish the mission of our Catholic schools, we rely on many gifted and generous people, including the clergy, parents, administrators, faculty, staff, grandparents, volunteers and benefactors. We are grateful.
Our Catholic schools are a vital and vibrant part of our diocese, dedicated to the formation of young minds and hearts in the light of Christ. I encourage all of you to support these institutions with your prayers, resources, and active involvement. Together, let us continue to strengthen our Catholic schools, ensuring that they remain a source of hope, faith, and excellence for generations to come.
May God bless you and your families abundantly.
Sincerely in Christ,
Most Rev. Dennis G. Walsh, Bishop of Davenport
Una educación integral
Queridos hermanos y hermanas en Cristo:
La Semana Nacional de las Escuelas Católicas, una celebración anual de la educación católica, tendrá lugar la semana del 26 de enero al 1 de febrero de 2025. Es con sincera gratitud y profundo respeto que les escribo sobre el valor inconmensurable y los méritos perdurables de nuestras escuelas católicas. Estas instituciones se destacan como un faro de fe, conocimiento y servicio, profundamente arraigado en las enseñanzas de la Iglesia.
Nuestras escuelas católicas encarnan la esencia de nuestra fe, alimentando el desarrollo espiritual, intelectual y moral de nuestros hijos. Fundamentadas en las enseñanzas de la Iglesia, estas escuelas ofrecen una educación holística que integra la fe con la vida, guiando a los alumnos para que se conviertan en discípulos de Cristo. El Papa Francisco nos recuerda que «la escuela católica participa en la misión evangelizadora de la Iglesia» y desempeña un papel fundamental en la formación de los futuros líderes de nuestra comunidad de fe.
Con la fe como elemento vinculante de las escuelas católicas, los maestros, administradores y personal brindan un entorno para nuestros niños que se encuentra en la intersección de la fe y la cultura. Cuando un estudiante ingresa a la escuela católica, experimenta un nuevo entorno, un ambiente impregnado del Evangelio integrado en todas las disciplinas; no solo en la clase de religión. En definitiva, las escuelas católicas comunican una misión centrada en la Eucaristía, que, a través de la formación en la fe, la excelencia académica y el servicio, integra la cultura con la fe y la fe con la vida.
El éxito de nuestras escuelas católicas es evidente en los logros de nuestros estudiantes y exalumnos. Constantemente obtienen buenos resultados en las mediciones académicas, lo que demuestra la eficacia de nuestro modelo educativo. Además, los valores inculcados en nuestros estudiantes (integridad, compasión y compromiso con el servicio) se reflejan en sus contribuciones a la sociedad. Nuestros graduados emergen como individuos completos que están preparados para liderar con fe y propósito.
Para cumplir la misión de nuestras escuelas católicas, confiamos en muchas personas talentosas y generosas, incluidos el clero, los padres, los administradores, la plana docente, el personal, los abuelos, los voluntarios y los benefactores. Estamos agradecidos.
Nuestras escuelas católicas son una parte vital y vibrante de nuestra Diócesis, dedicadas a la formación de mentes y corazones jóvenes a la luz de Cristo. Los animo a todos a apoyar estas instituciones con sus oraciones, recursos y participación activa. Juntos, sigamos fortaleciendo nuestras escuelas católicas, asegurándonos de que sigan siendo una fuente de esperanza, fe y excelencia para las generaciones venideras.
Que Dios los bendiga a ustedes y a sus familias abundantemente.
Atentamente en Cristo,
Rev. Mons. Dennis G. Walsh, Obispo de Davenport