Por Hermana Mara
El Mensajero Católico
La Palabra de Dios de este Cuarto Domingo de Adviento, nos recuerda que ya está a la puerta, Aquél que viene a ofrecernos la Salvación con su presencia.
El salmista implora que el Señor venga a Salvarnos y que visite su viña, esa viña que Dios había preparado durante mucho tiempo para que al fin nos ofreciera el vino de la Alegría, para celebrar que Dios viene y se queda con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos en un pan, sencillo y humilde, la Eucaristía, el alimento de los pobres.
¡Ven Señor, a nuestras vidas!, danos tu Salvación, visítanos y quédate con nosotros. Las palabras del salmista se cumplieron proféticamente, porque Dios en su eterno amor contempló y encontró a una mujer que desbordaba de Fe, Esperanza y Amor. Virtudes teologales, requeridas para que Dios more y se encarne en nuestra vida, como aconteció con María.
El Evangelio nos invita a ser ágiles delante de la necesidad, y ponernos en camino como María, e ir al encuentro de Isabel. Sabemos que cuando nos dejamos fecundar, por la gracia de Dios, no podemos quedarnos inmóviles, tenemos la urgencia de comunicarla. Llevar a Dios a las periferias, a las viñas que parecen abandonadas, es una manera concreta de decir “¡Maranatha! Ven, Señor Jesús”.
(Hermana María de los Ángeles Gumara Mejía Chacón es una de las tres religiosas latinoamericanas que ministran en las parroquias de San José en Columbus Junction y West Liberty).