Por Padre Joseph Sia
El Mensajero Católico
En unos días, estaremos celebrando el “segundo” Día de Acción de Gracias en este tiempo de pandemia. Independientemente de la incertidumbre que nos sigue rodeando, es importante que podamos reflexionar sobre el estar agradecidos en esta festividad. Este año, además de preguntarse: “¿De qué estoy agradecido?” Me gustaría que iniciemos pensando en lo que significa estar agradecido: ¿Qué es la gratitud y por qué es importante estar agradecido?
La gratitud se puede entender como una respuesta hacia una persona que quiere nuestro bien a través de pa-labras y acciones. Es mucho más fácil estar agradecido cuando la buena voluntad de alguien es evidente, por ejemplo, cuando un amigo nos da un regalo por nuestro cumpleaños o un cónyuge hace algo especial en un aniversario o Dios que responde a una oración de la manera que esperábamos.
A veces, sin embargo, no es tan fácil darse cuenta cuando la otra persona está deseando nuestro bien y que no estamos tan dispuestos a estar agradecidos. En términos de relaciones interpersonales, esto puede suceder cuando un miembro de la familia impone limitaciones a los comportamientos de otra persona, cuando esos comportamientos se vuelven destructivos o pecaminosos, o cuando un jefe impone una acción disciplinaria a uno de sus empleados. Es difícil agradecer a alguien que está demostrando “amor duro”, pero al final del día, la persona que te quiere bien, simplemente está haciendo lo correcto.
Esta dinámica también puede ocurrir en nuestra relación con Dios. Nuestra fe supone que nosotros confiamos que lo que Dios desea para nosotros es lo mejor, pues, eso proviene de su misma naturaleza: Dios es amor. Dios es misericordia. Dios es justicia. Cuando crecemos en la apreciación de quién es Dios, entendemos que todo lo que Dios hace, todo lo que Dios permite que suceda en nuestras vidas y cada aspecto de la re-velación de Dios, es en última instancia para nuestro bien. Los Diez Mandamientos, la Vida de Cristo, la Pasión y Resurrección, la Venida del Espíritu Santo… todo esto es para nuestro beneficio, porque somos hijos amados de Dios. Cuando meditamos en estos misterios, descubrimos nues-tro lugar en el plan de Dios y tenemos la seguridad de que “También sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado” (Romanos 8,28).
Cuando los eventos no salen como esperábamos, cuando nos enfermamos, cuando un ser querido muere, en momentos en los que no es fácil darse cuenta, que Dios quiere nuestro bien, todavía podemos estar verdaderamente agradecidos con Dios. Es, entonces, cuando tenemos la gracia de la perseverancia, para saber que las cosas se desarrollan según la voluntad de Dios y tenemos el valor de entregarnos a la Divina Voluntad. Podemos ser un pueblo eucarístico.
¡Qué todos encontremos paz y consuelo al celebrar el Día de Acción de Gracias este año! Oremos por el fin de esta pandemia, para que podamos abrazarnos una vez más con amor y cantar las alabanzas a Dios con todo el corazón.
(Padre José Sia es pastor de la parroquia de San Patricio en Iowa City)