Desde la frontera

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Por Barb Arland-Fye
El Mensajero Católico
Mons. Thomas Zinkula, obispo de nuestra diócesis, acompañó a cinco candidatos al diácono permanente y al diácono Frank Agnoli, director del programa de formación, a una experiencia de inmersión fronteriza del 3 al 6 de noviembre de este 2021. El grupo participó en el Proyecto Encuentro, un programa que brinda a los participantes nuevas pers-pectivas sobre la migración forzada y la búsqueda de asilo por parte de personas vulnerables. El programa motiva a los participantes a comprometerse en la paz, la acción efectiva para una mayor justicia social y la compasión por los migrantes y las personas refugiadas como se presenta en la Doctrina Social Católica.

Barb Arland-Fye
Mons. Thomas Zinkula, a la izquierda, escucha al Hermano Marista Todd, cuando detalla la valla fronteriza que separa Ciudad Juárez (México) y de El Paso (Texas). Se encuentran de pie en el lado mexicano de la frontera el 5 de noviembre.

Aquí, podemos leer algunas reflexiones hechas por nuestro obispo, Mons. Zinkula sobre su experiencia:

Fui invitado a participar de esta inmersión fronteriza por los que se preparan al diaconado permanente en nuestra diócesis. Respondí que ‘sí’ a esta invitación, porque tengo una curiosidad insaciable por muchas cosas, pero sobretodo por las personas. Disfruto experimentar a personas que son diferentes a mí de alguna manera: personas de diferentes razas, culturas y religiones; personas de las periferias; personas que viven en otros lugares. Sin embargo, la razón fundamental por la que vine, fue para apoyar en la consciencia de los futuros diáconos de nuestra Iglesia, a servir de manera más fructífera a los migrantes y refugiados que viven entre nosotros. Una cosa es escuchar sus historias, pero otra muy distinta es ver y estar en uno de los principales puntos de cruce de México a los EE. UU., y conversar y aprender de las personas que están atendiendo a los que son desplazados de sus propios lugares como también conversar con los desplazados.

Una vez más, aprendí que las personas son personas. No importa cómo hablen o dónde vivan o cómo se vistan, las personas anhelan un lugar seguro para vivir; acceso a buenos trabajos, educación y atención médica; alimentación y vivienda adecuadas; y la libertad de seguir sus sueños. Uno aprende estas cosas al encontrarse con otros, escucharlos y caminar con ellos. Mi participación en el Proyecto Encuentro me ayudó a ver y comprender más claramente, que los migrantes y refugiados son similares en muchos aspectos a mis antepasados, ​​que llegaron a los Estados Unidos hace muchos años desde Bohemia y Alemania.

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El Proyecto Encuentro fue para mí una experiencia de solidaridad. Las cosas que hicimos durante nuestra experiencia de inmersión me permitieron ser solidario con los migrantes y refugiados en la frontera, así como con aquellos que viven con ellos y que los atienden. Sentí esa solidaridad más profundamente durante la celebración de la Misa fronteriza. En el fondo, la Eucaristía es el principal sacramento de unidad y comunión. Experimenté la comunión con mis hermanos obispos y la gente a la que sirven en la frontera.

Barb Arland-Fye
Mons. Thomas Zinkula acepta una cruz que re-presenta a un inmigrante que murió el año pasado intentando cruzar la frontera entre México y Estados Unidos. El obispo recibió la cruz durante la celebración de la Misa en la frontera el pasado 6 de noviembre en la ciudad de Juarez, México. El también concelebró la misa.

Nuestro grupo hizo una reflexión teológica todos los días; compartíamos nuestras experiencias diarias a través del lente de nuestra fe católica. Hablamos mucho sobre cómo podríamos aplicar en casa lo que aprendimos en la experiencia de inmersión fronteriza. Me gusta usar el método de análisis de
ver-juzgar-actuar: ver
situaciones sociales,
juzgarlas a la luz de los principios de la Doctrina Social Católica y actuar para promover la
justicia y mejorar las situaciones de los necesitados.

Continuaré pensando y orando sobre la parte de “actuar” de este método. Una cosa que ya tengo clara es que esta experiencia me ayudará a comprender y relacionarme mejor con los migrantes y refugiados a quienes ministro, y me ayudará en mi defensa legislativa en su nombre. Otra cosa en la que he estado pensando y reflexionando es la necesidad de brindar oportunidades para que la gente de la diócesis escuche de primera mano las historias de los migrantes y refugiados entre nosotros.


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