Dear Sisters and Brothers in Christ,
Lent is the season of mercy. Mercy lies at the heart of Pope Francis’ papacy, and his vision for the Church: the mercy that seeks the lost sheep, that binds the wounds of the one abandoned on the side of the road, that refuses to cast the stone.
Mercy isn’t easy. Some of us have a hard time believing that we’re worthy of God’s mercy, and so we stay away from the Church and the sacraments. To you, I say: Come home! God’s mercy is infinite! Come and be set free!
When Francis became pope, and was asked who he was, he replied: I am a sinner. Only one who knows that they need mercy can really know mercy for what it is: pure, undeserved gift. Having experienced God’s infinite mercy for ourselves, Pope Francis wants us to share mercy with others. That’s the joy of Gospel! That is our calling, too, as missionary disciples, as an evangelizing Church. But we need to know mercy before we can share it.
Jesus is the human face of God’s mercy. It is Mercy who calls the Samaritan Woman, heals the man born blind, and raises Lazarus. It is Mercy who calls us this Lent, waiting patiently, with open heart and arms, for us to turn and embrace the Gift that is offered.
We open ourselves to this gift by our fasting and abstinence, setting aside whatever might be distracting us from our relationship with God. To assist us in this conversion, the Church calls us to these Lenten observances:
- Ash Wednesday and Good Friday are days of fast. On days of fast, one full meal and two lesser meals are allowed. Eating between meals is not permitted. Catholics between the ages of 18 and 59 are bound to fast. This, of course, is the bare minimum. I would challenge you, if possible, to go further in your practice of fasting during Lent.
- Ash Wednesday and all of the Fridays of Lent are also days of abstinence. On days of abstinence, meat may not be taken. The law of abstinence binds all Catholics 14 years of age or older.
- If members of the faithful are unable to observe the fast and abstinence regulations because of ill health or other reasons, they are urged to practice other forms of penance and self-denial suitable to their condition. Ignoring the laws of fast and abstinence is a serious matter.
We embrace the gift of Mercy by our prayer, experiencing God’s mercy as we rest in God’s presence and as we make our way to the sacrament of reconciliation. We share the gift of God’s mercy by our almsgiving and other works of charity, for example, through the CRS Rice Bowl program.
By all three, we journey in solidarity with our catechumens, supporting them as they make their way to the Easter sacraments. By all three, we answer the call to become, more and more, a Church of Mercy, a “field hospital” Church. By all three, we help keep Lent, the season of mercy.
Sincerely yours in Christ,
Very Rev. Kenneth E. Kuntz
Diocesan Administrator of Davenport
En esta Cuaresma, abraza el don de la misericordia
Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo:
La Cuaresma es el tiempo de la misericordia. La misericordia está en el corazón del papado del Papa Francisco y de su visión para la Iglesia: la misericordia que busca a la oveja perdida, que venda las heridas de la que está abandonada al borde del camino, que se niega a tirar la piedra.
La misericordia no es fácil. A algunos de nosotros nos cuesta creer que somos dignos de la misericordia de Dios, y por eso nos mantenemos alejados de la Iglesia y de los sacramentos. A ti te digo: ¡Ven a casa! ¡La misericordia de Dios es infinita! ¡Ven y sé libre!
Cuando el cardenal Bergolio se convirtió en Papa, le preguntaron quién era, respondió: Soy un pecador. Sólo quien sabe que necesita misericordia puede conocer realmente la misericordia como lo que es: un don puro e inmerecido. Habiendo experimentado la infinita misericordia de Dios por nosotros mismos, el Papa Francisco quiere que compartamos la misericordia con los demás. ¡Ese es el gozo del evangelio! Esa es también nuestra vocación, como discípulos misioneros, como Iglesia evangelizadora. Pero necesitamos conocer la misericordia antes de poder compartirla.
Jesús es el rostro humano de la misericordia de Dios. Es la Misericordia quien llama a la Mujer Samaritana, sana al ciego de nacimiento y resucita a Lázaro. Es la Misericordia quien nos llama en esta Cuaresma, esperando pacientemente, con el corazón y los brazos abiertos, que nos volvamos y abracemos el Don que se nos ofrece.
Nos abrimos a este Don por medio de nuestro ayuno y abstinencia, dejando de lado todo lo que pueda distraernos de nuestra relación con Dios. Para ayudarnos en esta conversión, la Iglesia nos llama a estas observancias cuaresmales:
- El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno. En los días de ayuno, se permite una comida completa y dos comidas menores. No está permitido comer entre comidas. Los católicos entre las edades de 18 y 59 años están obligados a ayunar. Esto, por supuesto, es lo mínimo. Te reto, si es posible, a ir más allá en tu práctica de ayunar durante la Cuaresma.
- El Miércoles de Ceniza y todos los viernes de Cuaresma también son días de abstinencia. En los días de abstinencia, no se puede tomar carne. La ley de abstinencia obliga a todos los católicos mayores de catorce años.
- Si los fieles no pueden observar las normas de ayuno y abstinencia por motivos de salud u otras razones, se les insta a practicar otras formas de penitencia y abnegación adecuadas a su condición. Ignorar las leyes del ayuno y la abstinencia es un asunto serio.
Abrazamos el don de la Misericordia a través de nuestra oración, experimentando la misericordia de Dios mientras descansamos en la presencia de Dios y mientras nos dirigimos hacia el Sacramento de la Reconciliación. Compartimos el don de la misericordia de Dios a través de nuestras limosnas y otras obras de caridad, por ejemplo, a través del programa Plato de Arroz de CRS.
Por los tres, caminamos en solidaridad con nuestros catecúmenos, apoyándolos en su camino hacia los sacramentos de Pascua. Con los tres, respondemos a la llamada a convertirnos, cada vez más, en una Iglesia de la Misericordia, una Iglesia de “hospital de campaña”. Con los tres, ayudamos a guardar la Cuaresma, el tiempo de la misericordia.
Sinceramente suyo en Cristo,
Rev. Kenneth E. Kuntz
Administrador Diocesano de Davenport