Por: Diácono Ángel Hernández
El Mensajero Católico
Durante mis estudios de formación diaconal, muchos de los profesores de teología realmente nos hicieron pensar, profundizar y leer entre líneas las Escrituras. En el Evangelio de Lucas se mencionan pastores. Nunca había pensado realmente en cómo era un pastor hasta que el Dr. Kiel (Universidad de San Ambrosio) nos enseñó exégesis (es entender lo que el autor sagrado quiso decir a sus contemporáneos). Los pastores eran mal vistos en la antigua Israel. Cuidaban ovejas todo el día y toda la noche, alimentándolas, limpiándolas y curando sus heridas y, debido a que siempre estaban sucios, nunca se les permitía entrar en el templo de Dios ni estar en su presencia. Sin embargo, el Señor hace que su ángel llegue a ellos y les anuncie la venida de nuestro Señor y Salvador según lo narra el Evangelio de Lucas.
En la sociedad actual, personas de diferentes ámbitos de vida trabajan sin descanso para que podamos llevar una vida cómoda. Son los granjeros en el campo, las personas que abastecen nuestras tiendas, el chef que prepara nuestra comida en un buen restaurante, los trabajadores de limpieza trabajando en turnos nocturnos para que el edificio esté limpio al día siguiente, la persona que entrega nuestro paquete que ordenamos ayer.
Regresan a casa exhaustos, sucios; sus manos muestran el trabajo físico que han realizado. Existe una buena probabilidad de que algunos de estas personas tengan dos trabajos para mantenerse con el costo de vivir.
Son los marginados, los olvidados, las personas a las que pasamos por alto en nuestras vidas y no notamos. Sin embargo, son todo para nuestro Dios, son sus hijos, sus amados. Él los recibe con los brazos abiertos y les da un lugar para descansar sus corazones y sus almas.
Como cristianos bautizados, se nos confía ser faros de luz para el mundo, ser mensajeros de Dios y difundir la Buena Nueva de que Él está verdaderamente y plenamente vivo.
En el Evangelio de Lucas, Jesús no nació en un palacio ni en un hospital lujoso; nació pobre en un pesebre. Rodeado de animales que probablemente olían y eran impuros, pero nada de eso importaba. Dios el Hijo nació allí. Los primeros en saludarlo y reconocer al niño Dios fueron los pastores.
A Dios no le importa lo que hacemos como profesión. Si fuera así, su ángel no se hubiera aparecido a los pastores y él no hubiera nacido en un pesebre, bajo la custodia de un carpintero.
Hoy en día, los pastores siguen buscando al Señor porque les han dicho que Él está aquí (en la Iglesia); llegan de lejos buscándolo, al descendiente de David, habiendo sido un pastor él mismo.
Que reconozcamos y recibamos a los pastores de la sociedad actual, tal como Dios los recibe, e invitémoslos a compartir y a partir el pan; hecho por manos humanas, para celebrar junto con el mundo entero el nacimiento de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
(Diácono Ángel Hernández sirve la parroquia de San Patricio en Iowa City.)