Por Padre Rodolfo Juarez
El Mensajero Católico
El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen fiel de su ser y el sostén de todas las cosas con su palabra poderosa. Hebreos 1, 3
Estas pa-labras de la carta de san Pablo a los Hebreos nos hablan de Cristo, el Verbo de Dios que se hizo carne, para habitar con nosotros y compartir su divinidad con nuestra humanidad, para así, abrirnos el camino hacia el cielo.
Este encuentro con Dios lo hemos estado anticipando durante esta temporada de Adviento, pero de una manera especial en el novenario de las Posadas. Más de 400 años en existencia, las Posadas, a pesar de ser una serie de fiestas – es también un elemento catequético que recuerda al buen cristiano que Cristo- la palabra hecha carne y nuestro Salvador, es quien recibimos y celebramos y que Dios Padre es quien sostiene “todas las cosas con su palabra poderosa”.
Agradecidos que Dios es nues-tro sostén, hay que realizar en nuestra vida cotidiana todos aquellos valores que revelan por nues-tros hechos y actitudes que somos hijos e hijas
del” verdadero Dios por quien”, como le dijo Nuestra Señora de Guadalupe a san Juan Diego “se vive”.
Hay que vivir el espíritu de las celebraciones Guadalupanas y de las Posadas el cual es uno de acogida, bienvenida, fe, amor y caridad. ¡Qué bonito espíritu con que cerrar con broche de oro la temporada de Adviento y recibir con júbilo al niño divino, la nochebuena!
Si viviéramos estos valores, quizás nuestra vida personal y nuestra vida familiar se transformaría, y compartiríamos con los demás de una manera más amena. Entonces la última estrofa de los peregrinos — José y María, en la celebración de las Posadas se haría realidad: “Dios pague, señores, vuestra caridad, y os colme el Cielo de felicidad!
¡ Dios con nosotros!
(El Padre Juarez es pastor de la Parroquia de San Antonio en Davenport y vicario para los hispanos en la Diócesìs de Davenport.)