Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,
Es difícil creer que ha pasado más de un año desde que el brote de COVID-19 fue declarado oficialmente pandemia por la Organización Mundial de la Salud y, que nosotros tomamos la decisión, ante la rápida propagación de esta infección, de cerrar temporalmente nuestros templos y empezamos a celebrar la liturgia en línea. Recuerdo haber celebrado el Triduo Pascual el año pasado en la parroquia de San Pablo con muy pocas personas. Debo admitir que fue una experiencia muy extraña, reconfortante cuando escuchaba los textos bíblicos y litúrgicos y gestos familiares, e inquietante por momentos cuando miraba a una cámara y salía a un templo vacío, en vez de estar frente a los ojos de mis hermanos y hermanas.
Este año, afortunadamente, nuestras iglesias pueden estar un tanto abiertas y podemos reunirnos para el Triduo y para la Pascua en persona o mediante la tecnología. Lamentablemente, todavía no podemos estar juntos en la plenitud que todos deseamos, pero nos estamos acercando a ese día.
Ahora que pronto iniciaremos los días más santos del año, los invito a unirse a nuestras simplificadas liturgias, en vez de estar lamentándolas. Los invito a mantener los silencios y descansar en la presencia de Dios. Los invito a que permitan que los textos, las lecturas bíblicas y las oraciones, lleguen a lo profundo de su ser con todo su poder.
El Jueves Santo, san Pablo nos dirá que debemos tomar, bendecir, partir, quebrar y dar “en memoria” del Señor Jesús, ofreciéndonos junto con el que es tanto la víctima salvadora como el sacerdote. Juan nos recordará que hacerlo nos compromete a seguir el ejemplo de Jesús de lavar los pies.
El Viernes Santo, ejerceremos nuestro sacerdocio bautismal y ofreceremos solemnes intercesiones por la Iglesia y el mundo. A la luz de la pandemia en curso, oraremos para que Dios, la “fuente de toda vida, salud y curación”, “otorgue recuperación a los afligidos, fortaleza a quienes los cuidan y éxito a quienes trabajan para erradicar este flagelo.”
En la Vigilia Pascual, el Pregón Pascual (Exsultet) nos invitará a regocijarnos con toda la Creación, ya que la luz de Cristo vence las tinieblas, se rompen los barrotes de la prisión de la muerte y se restaura la alegría a los que lloran. ¡Qué oración más apropiada de esperanza! Nos regocijaremos con los que se bauticen o entren en plena comunión con nosotros.
Rezo para que esta gran liturgia de tres días, sea una gran fuente de consuelo, alegría y renovación para todos nosotros. La Cuaresma del 2021 está llegando a su fin, al igual que — esperamos y rezamos — la larga Cuaresma de esta pandemia. Que podamos entrar en la alegría de la Pascua, listos para compartir la Buena Nueva de Jesús con todos los que encontremos, lavándonos los pies, siendo luz en las tinieblas y proclamando con alegría que: ¡Cristo ha resucitado! ¡En verdad, Cristo ha resucitado!
Sinceramente en Cristo,
Mons. Thomas Zinkula
Obispo de Davenport