Por Miguel Moreno
El Mensajero Católico
Gracias a las narraciones escritas o habladas, nosotros nos transportamos a tiempos y lugares lejanos. Ese conjunto de narraciones escritas o habladas, es lo que nosotros llamamos historia del ser humano. En esta historia encontramos muchas cosas que nos hacen sentir orgullosos de lo que somos, como también, encontramos cosas que nos confunden y nos causan cierto dolor. Nos sentimos avergonzados de saber que han habido personas y pueblos que han vivido en la opresión; pero en esa misma historia, encontramos personas que hicieron todo lo posible, todo lo que estaba a su alcance, para eliminar y destruir situaciones que no permitían que el ser humano viva en libertad.
Y es que Dios nos creó libres y quiere que vivamos así; por lo mismo, la libertad es un regalo de Dios y, como todos los regalos de Dios, debemos cuidarlos, protegerlos; para que nada ni nadie, pretenda arrebatárnoslos.
Ahora, más que antes, debemos cuidar nuestra libertad; porque hay todo un sistema, que nos puede estar obligando a perder la libertad, sin que seamos conscientes de eso. Por ejemplo, algunos programas de televisión nos atrapan de tal modo, que nos hacen preocuparnos más por situaciones y personas ficticias, que por el vecino o por el barrio que sufren de cualquier penalidad. Estoy recordando en este momento en alguien, que llamaba a sus amistades e incluso me llamó a mí, para que votará a favor de tal o cual persona, para que no saliera de un concurso televiso; personaje, por supuesto, que esta persona ni conocía. Sin embargo, esta misma persona, no hizo absolutamente nada, para evitar que uno de sus vecinos fuera sacado de su vivienda por no tener los medios para pagar el alquiler. ¿Qué tiene que ver eso con la libertad? ¡Qué algunos viven encadenados a situaciones irreales y nos se dan cuenta de lo que sucede a su alrededor!
En el Internet se pueden encontrar videos de personas que se han golpeado, lastimado, caído o accidentado (algunos, penosamente han muerto) por estar usando el celular en momentos en que no debían. La fijación en la tecnología (que no debe entenderse como mala) nos hace perder contacto con la realidad y se convierte en una de las formas más sutiles de perder la libertad. ¿Por qué usar un celular o una computadora compromete mi libertad? Todo aquello que nos hace perder contacto con la realidad, que nos absorbe y elimina nuestro entorno, está quitándonos nuestra libertad.
Muchos de nuestros adolescentes, jóvenes y algunos adultos, están atrapados en los juegos de video, que por cierto, cada vez son más violentos, sangrientos… En esos juegos (“¿se dan cuenta que ahora matar es un juego?”) no hay espacio para la rendición. Preguntaba a un grupo de adolescentes, mientras ‘jugaban’, si se podía arrestar o tener prisioneros de guerra (porque ahora casi todos los videos son de guerra). Me dijeron que no. Después, les preguntaba, un tanto en broma-un poco en serio- y ahora, ¿quién irá a decirle a los papás de los muertos, que su hijo murió en combate? ¿Quién les va a decir a las esposas o hijos de los caídos, que su esposo o su papá no volverá a casa? Entonces, me miran con fastidio y me dicen casi a coro: “¡Solo es un juego!” (En estos tiempos, matar… solo es un juego en la mente de muchos de los nuestros).
En estos tiempos, la peor esclavitud es la que no tiene cadenas visibles, sino cadenas mentales.
Hubo un tiempo en la historia del ser humano, donde algunos se apoderaron de los cuerpos de otros y los obligaban a hacer lo que no querían. Nosotros ya conocemos mucho de esas historias. Hoy, se intenta por todos los medios posibles, apoderarse del pensamiento, de la mente del ser humano, para obligarles a hacer lo que de algún otro modo, no harían.
¿Qué nos atrapa? ¿Qué nos esclaviza? ¿Qué no nos permite ser libres?
Recordemos, Dios nos ha hecho libres. No permitamos que nada ni nadie nos arrebate este don de Dios. ¡Síganos defendiendo el regalo de la libertad!