Por Barb Arland-Fye
El Mensajero Católico
CEDAR RAPIDS — Mons. Thomas estaba en Vigilia junto a 18 personas que llenaron el lugar de recepción de una instalación fede-ral, mientras un refugiado se reunía con oficiales de inmigración y de control de aduanas de los Estados Unidos un día antes de la celebración de Acción de Gracias.
Alejandro Guzmán, refugiado mexicano de 29 años, no es católico; sin embargo, agradeció la presencia del monseñor y de los demás participantes en el Día de Acción Católica para Proteger a Familias y Niños Refugiados (Catholic Day of Action to Protect Refugee Families and Children). El evento fue organizado por Trabajador Católico de Iowa City (Iowa City Catholic Worker), quienes apoyan al Sr. Guzmán y la organización Ciudadanos de Iowa para el Mejoramiento de la Comunidad (Iowa Citizens for Community).
Durante un diálogo en Casa del Trabajador Católico de Iowa City antes de la reunión con ICE en Cedar Rapids, Mons. Thomas dijo: “Nosotros estamos unidos. En solidaridad. Somos una sola familia humana.” Actualmente, nueve refugiados viven en Casa del Trabajador Católico, una casa de hospitalidad para los refugiados como lo es ahora, el Sr. Guzmán.
Mons. Thomas ve al papa Francisco como su guía, para salir a las periferias y encontrarse con otras personas. Mons. eligió estar presente y experimentar lo que vive un refugiado cuando se reúne con los agentes de ICE. Mons. Thomas le dijo a los refugiados, voluntarios de Trabajadores Católicos, periodistas y otros que acompañaban al Sr. Guzmán: “Es una oportunidad para practicar nuestra fe católica de amar a nuestro prójimo y apoyarlo en el camino”.
Monseñor escuchó atentamente mientras los refugiados compartían sus historias una por una. La mayoría de los refugiados huyeron de la violencia, el crimen y la pobreza de Centro América o, en el caso del Sr. Guzmán, México. Alejandro dijo que había sido secuestrado y torturado por un cartel cuando tenía poco más de 20 años. Después de escapar y dirigirse a los Estados Unidos, el Sr. Guzmán encontró trabajo en la costa oeste, pero una violación de tráfico lo llevó a ser arrestado y encarcelado en una prisión de inmigración privada en California. El Sr. Guzmán estuvo ahí por 14 meses hasta que un donante pagó $25.000 por su libertad. El Sr. Guzmán, quien además también busca asilo, será apoyado por la Casa del Trabajador Católico de Iowa.
Una refugiada hondureña le dijo a Mons. Thomas, que oficiales de ICE detuvieron a su esposo en un centro de inmigración en Cedar Rapids delante de sus hijas y de ella, para que posteriormente fuera deportado. Dos personas de Guatemala relataron una experiencia similar. Una señora de El Salvador, quien es esposa y madre, informó que las autoridades la separaron de su esposo en la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso. Ella dijo: “Le pido a Dios todos los días la oportunidad de que estemos juntos, como una familia”.
Durante la reunión el Mons. Thomas dijo: “Todos ustedes son hijos de Dios. Merecen ser tratados con dignidad y respeto”. Como pastor de los 22 condados del sureste de Iowa en la Diócesis de Davenport, Mons. Thomas dijo: “Me preocupo mucho por ustedes, tanto como con cualquier otra persona en la diócesis”.
Luego les dijo a los refugiados: “Sean fuertes, sean valientes. Manténganse cerca de Dios y tengan esperanza”. Quien tradujo la conversación fue Sinnwell, co-fundadora y administradora de la Casa del Trabajador Católico de Iowa City. También estuvieron presentes voluntarios de Trabajadores Católicos, periodistas y otras personas que apoyan y piden justicia para los inmigrantes.
Después de la conversación, David Goodner, co-fundador de la Casa del Trabajador Católico de Iowa City, llegó a las oficinas de ICE en Ceder Rapids, transportando a Mons. Thomas y a 14 personas más, para la cita del Sr. Alejandro Guzmán a las 10am. Anteriormente, Mons. Thomas servía como sacerdote en la Arquidiócesis de Dubuque y el oficial de ICE que abrió la puerta de la instalación, lo reconoció.
Después que el oficial revisó los bolsillos, el grupo se sentó y esperó, hasta que un oficial de ICE, llamó al Sr. Guzmán. El entró a otra habitación privada. Al otro lado del área de recepción, salía una señora con dos niños pequeños, a quien recientemente, le habían quitado el monitor de la pierna. Eso fue una señal de esperanza para todos en la sala de espera.
Mientras el grupo esperaba, padre Guillermo Treviño Jr., sacerdote de la Diócesis de Davenport, pidió a todos que rezaran el Padre Nuestro y el Ave María. Repitió cada oración en español. El Sr. Alejandro Guzmán salió de la otra habitación, sonriendo y mostrando su pierna donde le habían quitado también el monitor.
Durante una entrevista grabada con pe-riodistas, el Sr. Guzmán expresó su gratitud. El padre Guillermo, quien ayudó en la traducción dijo: “Se siente muy feliz, muy afortunado de estar con todos ustedes. Se siente como una persona muy importante con todo el apoyo que ha recibido.”