Da a los demás lo que yo te doy a ti

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Por Ana Maria Shambaugh
El Mensajero Católico

Hace algunos días, leí la siguiente hi-storia y que ahora quisiera compartir con ustedes.

Un mesonero buscaba una copa para un cliente. -Elígeme a mí –grito la copa dorada. Yo brillo y siempre estoy reluciente. ¡El oro es lo mejor!
El mesonero siguió inspeccionando sin decir una sola palabra. Se quedó mirando una copa plateada de silueta curvilínea y alta: -Estaré en tu mesa siempre que te sientes a comer. Mi diseño es elegante. Además, la plata viste mucho.

Sin prestar mayor atención a lo que oía, el mesonero puso sus ojos en una copa de bronce. Estaba pulida, y además era amplia y poco profunda:

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-¡Fíjate, fíjate! -gritaba la copa-; sé que te serviré. Colócame sobre la mesa para que todos me vean.

El mesonero se acercó después a una copa hecha de madera. Estaba bien pulida y labrada, parecía sólida y robu-sta: -Tengo muchos usos, señor -dijo la copa de madera-. Aunque es mejor que me utilices para agua, no para el vino.

Por último el mesonero reparó en una copa de barro cocido. Estaba algo rota, sucia, polvorienta y arrumada en un rincón de la bodega.

-¡Aaaaah! Ésta es la copa que andaba buscando. Exclamó el mesero: “La arreglaré, la limpiaré y la utilizaré! No busco una que esté orgullosa de sí misma. Sólo necesito una sencilla copa de barro, resistente y fuerte y en la que se pueda apreciar la calidad de su contenido.
Luego, con cuidado, tomó aquella copa de barro, la compuso, la limpió, la llenó y se dirigió a ella con simpatía:

-Este es el trabajo que quiero que desempeñes: dar a los demás lo que yo te doy a ti. (Anónimo)

Efectivamente, Dios nos elige porque él nos quiere, él nos necesita. El modo en que Dios nos elige es un enigma, muchas veces no coincide con lo que nosotros queremos o tenemos en mente. Sin embargo, Él labra nuestro camino, como la copa de barro, Dios nos va modelando día a día, él nos compone, nos limpia. Dios nos elige mirando lo valioso que cada uno posee, la sencillez, la pureza la generosidad de nuestros corazones.

Pidamos al Señor para que nos modele a su imagen y que los dones que nos ha dado, seamos capaces de compartirlos con los demás, contodos nuestros hermanos.

(Ana Maria Shambaugh es asistente del Ministerio Multicultural de la Diócesis de Davenport.)


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