Por: P. Joseph Sia
El Mensajero Católico
Las personas que plantaron en sus jardines en primavera, comienzan a compartir sus cosechas con los demás. Agradezco a mis feligreses que comparten conmigo sus tomates, pepinos, berenjenas y maíz dulce en estos días. Pues bien, ahora, ¡es mi turno de compartir algunos frutos con ustedes, no de un jardín, sino a partir de mi retiro espiritual anual! En julio pasado, fui a mi retiro espiritual anual de sacerdotes a un lugar llamado Broom tree en Irene, Dakota del Sur. Este es un centro de retiro espiritual que pertenece a la Diócesis de Sioux Falls y su lema es: “En el silencio, Dios habla”. De hecho, en el silencio de aquel lugar, yo experimenté a Dios de una manera hermosa y recibí tantos frutos, algunos de los cuales, ya he traído a mis pa-rroquias de Columbus Junction y West Liberty y, ahora, quisiera compartirlo con todos ustedes.
Leí un par de libros interesantes durante este retiro que duró una semana. Uno de ellos fue la biografía de San Francisco Javier, un jesuita misionero del siglo XVI que soñaba con predicar en China. Viajó de España hacia la India y, después, hacia Malasia y Japón, y murió en una pequeña isla muy cerca de la China continental. Se enfrentó a varios desafíos, no sólo a las limitaciones físicas, sino también a las intrigas políticas. Sin embargo, a pesar de todo esto, continuó su trabajo de evangelización por amor a Dios y a su pueblo. Esa historia me inspiró a seguir llegando a la gente en mis territorios parroquiales – y eso significa la totalidad del condado de Louisa y los pueblos vecinos, y también West Liberty. Mi esperanza es que ustedes también sean inspirados para ir más allá de su zona de confort (ya sea una limitante física o mental) para llevar a cabo el mandato de predicar la Buena Nueva. Por supuesto, esto es posible con la fe y la confianza en Dios.
Otro libro que leí fue: “La pa-rroquia como una escuela de oración” escrita por el P. Scott Traynor, JCL. En ese libro, el padre Scott explica porque hay una necesidad urgente en las parroquias para convertirse en auténticas escuelas de oración, y da sugerencias sobre cómo hacer que esto suceda. Esto ha despertado en mí una visión para hacer de la parroquia no sólo un lugar de oración, sino ¡una fuente inagotable de oración! La Iglesia es un lugar de encuentro con Dios, y es importante hacer intencionadamente tiempo y espacio para permitir que esto ocurra. Nosotros lo podemos hacer compartiendo tiempo en silencio con Dios durante la misa (después de la homilía y después de la Comunión). Nosotros podemos asegurarnos de rezar bien antes y después de una reunión del consejo y durante las clases de educación religiosa. Nosotros podemos celebrar los sacramentos (por ejemplo, penitencia, bautismos y bodas) con una disposición solemne y respetuosa. Nosotros podemos promover la adoración del Santísimo Sacramento, de ma-nera que haya una oportunidad para estar con Dios de una ma-nera especial. La transformación de la parroquia en un centro poderoso de oración, hará que sea un lugar verdaderamente atractivo para los sacerdotes y feligreses.
Estos son sólo dos de los muchos frutos que fui capaz de cosechar a partir de ese retiro. Al compartirlas con ustedes, yo deseo que sea un estímulo; para que intenten algo nuevo en sus vidas espirituales, para que puedan enamorarse de Dios aún más.
(P. Joseph Sia es pastor de la Parroquia de San José en Columbus Junction y ministro sacramental de la parroquia de San José en West Liberty.)