Por: Miriam Wainwright
El Mensajero Católico
El 17 de mayo último, en el Programa de Formación, P. Bernie -pastor de la pa-rroquia de Santiago Apóstol en Washington- nos habló sobre la importancia de la catequesis en nuestras vidas como católicos. Resulta que la mayoría de las creyentes se conforman con la preparación básica a los sacramentos, que recibieron en su niñez o juventud, y se quedan solo con ese conocimiento general, sin profundizar en la fe, que como decía San Juan Pablo II, es el tesoro preciado que nos han transmitido nuestros padres.
Con esta formación básica, los creyentes crecen, se hacen adultos y profesionales, pero conservan la fe de la niñez. Crecen en diferentes aéreas, pero mantienen la fe infantil… Es allí donde la catequesis desarrollo a un papel importante en la vida de fe de los creyentes.
La catequesis consiste en profundizar en el conocimiento de la fe; si somos parte de la Iglesia Católica, si hemos sido bautizados, si asistimos a Misa los domingos, ya hemos dado el primer paso y el más grande: creer. Creemos en Dios y por fe, aceptamos sus preceptos y hacemos nuestras sus promesas, ahora nos toca acrecentar esa fe, aumentando el conocimiento de la misma en nosotros. A medida que vamos estudiando nuestra fe, nos damos cuenta de las enormes gracias que Dios tiene para nosotros; conocer quién es Dios, que quiere de nosotros, quién es Cristo, quién es la Virgen María, los sacramentos, por qué y para qué el bautismo, por qué debemos participar de la Misa, por qué debemos comulgar… en fin, todo esto nos abre a la gracia de Dios y nos ayuda a estar fortalecidos y a afrontar los problemas y conflictos que se nos presentan diariamente, desde la perspectiva cristiana… con una fe firme, con esperanza y con amor..con la confianza puesta en el Señor, que nos conoce por nombre y apellido, desde el vientre de nuestras madres y que ahora nos llama para que nosotros lo conozcamos, para que conociéndole, le amemos más y por Él, amemos más al prójimo.
En un mundo tan convulsionado como el nuestro, con tanta gente sufriendo por uno u otro motivo; con tanta violencia y odio por la soberbia y la ambición de hombres y mujeres sin escrúpulos, en el que cada día de vida es un regalo de Dios, aprovechemos cada momento para tratar de acercarnos más a Él, para conocerle y llenarnos de su amor; para llevarlo con nosotros y poder compartir ese amor con los que más lo necesiten. Pero para acrecentar la fe, necesitamos disponer nuestras capacidades para profundizar en lo que creemos y esperamos. Una de las formas es leer la Biblia, el Catecismo de la Iglesia, los documentos de la Iglesia, escuchar o leer los sermones de predicadores santos; participar de los grupos de oración que hay en las parroquias.
¡Anímate, hermano y hermana, a buscar información! ¡No dejemos que nuestra fe sea pequeñita! ¡Eduquémosla! Hagamos que ella crezca, se robustezca, como los robles, que cuanto más antiguos, más fuertes.