Por Padre Eduardo O’Melia
Nos encontramos esta semana en el evangelio de San Juan entre el hombre y la mujer – el hombre ciego de nacimiento (el domingo que viene) y la mujer samaritana (el domingo pasado). Los dos, tanto el ciego de nacimiento como la mujer samaritana, requieren de una visión especial, que es la visión de la fe que hace descubrir a todos una relación especial con Cristo Jesús.
La mujer poco a poco ve quien es Jesús. Primero parece ser un simple un hombre, un judío, que no debería estar hablando con ella, quien es mujer y, además, samaritana. Luego, ella piensa que Jesús es alguien poderoso que puede aliviar su trabajo. Más adelante, ve que es profeta. Después, posiblemente, que es el Mesías.
Jesús le está guiando a la mujer a una fe más profunda con todas sus preguntas (y esperando que nosotros nos veamos en esta narración, también profundizando en nuestra fe, en nuestra relación con El).
El hombre ciego desde su nacimiento (en el evangelio de este domingo) representa a todos los que no ven quien es Jesús. Jesús alivia su ceguera física para comenzar a darle no solamente visión física, sino para darle visión de fe, para comenzar una relación con El, quien le va a guiar a la salvación.
En esta narración no es Jesús quien hace las preguntas, sino otras personas, principalmente los fariseos. El hombre, al contestar las preguntas, comienza a desarrollar su fe, diciendo que Jesús es “de Dios”, es un profeta y, al final, cuando Jesús le pregunta si cree en el Hijo del hombre (que era un titulo usado a veces en las Escrituras para hablar del Mesías).
¿Cómo está creciendo nuestra fe durante esta Cuaresma? ¿Cómo está creciendo nuestra relación con Jesús? ¿Lo vemos solo como un hombre fuerte que hace cosas maravillas? El diablo también hace maravillas. ¿Lo vemos como profeta? Hay muchos profetas.
Con la gracia de Dios esperamos ver a Jesús como el Hijo del Hombre, Hijo de Dios, el Mesías (el Cristo), que ha venido para salvarnos y ofrecernos su amistad. Ojalá estemos aceptando su invitación a conocerlo mejor, amarlo más completamente, y a seguirlo (con nuestra cruz) a la vida eterna. A eso vino hacia nosotros.
(El Padre O’Melia es pastor de la parroquia de Santa María en Davenport).