El camino al seminario para la Diócesis de Davenport

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Por Celine Klosterman

Bill Roush, Guillermo Treviño y Ross Epping entran en procesión en la Catedral del Sagrado Corazón en Davenport 28 de abril. Jacob Greiner fue ordenado al diaconado ese dia. Los hombres son seminaristas para la Diócesis de Davenport.

El proceso de llegar a ser un seminarista para la Diócesis de Davenport empieza mucho antes de que él  llame por primera vez al director de vocaciones. El viaje empieza cuando se siembran las semillas en el hogar y en la parroquia, dice el P. Tom Hennen, director diocesano de vocaciones.
El P. Hennen le concedió al Mensajero Católico una visión de conjunto del proceso con el caso de Bob Cloos como ejemplo.  Cada jornada de discernimiento es diferente, pero Bob Cloos nos explicó como  llegó él a ser un seminarista de esta diócesis.
El Principio
Cloos, quien tiene 54 años de edad, y está empezando el tercer año de estudios de teología, se remonta a un accidente  en 1993.  Trabajaba en un centro de reciclaje en Portland, Oregon, cuando se desplomó de una máquina.  El resultado fueron dos cirugías de la columna y cuatro años de terapia física.
“Yo no me había acercado a la Iglesia antes de mi accidente, pero después me volví a confesar y asistir a la Misa,” dijo.
Los sacramentos le ayudaron a discernir el futuro.  “El sacerdocio se me vino a la mente.”
En ese entonces tenía 47 años.  Empezó a informarse acerca de los requisitos para hacerse seminarista por la Arquidiócesis de Dubuque, pero descubrió que ya había rebasado la edad.  Entonces empezó a investigar los requisitos de la Diócesis de Davenport.
El proceso
Según nos informó  el P. Hennen, la Diócesis acepta solicitudes de personas que tengan cincuenta y algo de años. Los sacerdotes se jubilan a la edad de 70 años y los estudios que deben cursar los seminaristas duran de seis a ocho años.
Aún más importante que la edad es el compromiso para practicar el catolicismo, la habilidad para trabajar con la gente y la apertura que tenga el candidato para la formación.
El P. Hennen trata de discernir al principio del proceso si el candidato tiene el perfil necesario.  Si la persona da la impresión de estar informada y tener buena fe, el P. Hennen agenda una serie de visitas para lograr conocerla mejor.  El posible seminarista recibe un formulario de 26 páginas que debe contestar.
El formulario es muy detallado.  Se pide información sobre la forma en que el futuro candidato practica su fe,  cuáles de los sacramentos ha recibido, posibles impedimentos, estado legal y económico, historial médico, historial educativo.  Pero el formulario también se adentra a preguntar sobre los pasatiempos del potencial candidato, si desempeña trabajo comunitario, quienes son sus amigos y si  ha tenido una vida social activa , información que permite discernir si se ha desarrollado en una forma integral, dijo el P. Hennen.
El candidato también debe someterse a  una evaluación psicológica, pasar un examen físico, entregar cartas de recomendación y referencias y presentar un escrito sobre el significado del sacerdocio y por qué cree que el Señor lo está llamando.
El Consejo que determina a quien se recibe—el cual consiste del director de vocaciones, un señor cura, un abogado de Ley Canónica, una consejera debidamente acreditada y el director de formación diaconal—examina el formulario y los otros documentos que ha sometido el candidato y ofrece una recomendación. El obispo tiene la última palabra, indica el P. Hennen.
La vida en el seminario
Cloos dice que estaba muy entusiasmado y un poco abrumado cuando supo que lo habían aceptado como seminarista.  “Pensé, No he estudiado hace muchos años. ¿Podré adaptarme a este nuevo ritmo de vida?”
Después de visitar la Escuela de Teología del Sagrado Corazón en Hales Corners,  la cual se especializa en la formación de hombres mayores de 30 años, empezó sus estudios de pre-teología  allí en 2009.
Él y otros seminaristas que ya tienen un grado universitario pero necesitan más educación formal en filosofía y estudios de religión, están tomando de uno a dos años de cursos de pre-teología antes de iniciar el curso formal de teología que dura cuatro años.  Los jóvenes con educación secundaria se inscriben en un seminario que ofrece estudios superiores.  Después de graduarse de esta entidad, van a un seminario mayor a terminar cuatro años de estudios de teología.
Todas las instancias, el salón de clase, la educación clínica pastoral, y prácticas parroquiales toman en cuenta los cuatro pilares de la formación: la parte humana, la espiritual, la intelectual y la pastoral.  Estas experiencias también le permiten al seminarista discernir si ha escogido la vocación  adecuada. El P. Hennen estima que dos terceras partes de los seminaristas llegan a ordenarse sacerdotes.
Cloos espera que lo ordenen diácono transicional en julio próximo a diferencia de los diáconos permanentes que no se ordenarán sacerdotes.  Tiene mucha ilusión de servir pastoralmente a los fieles de una parroquia y poder ofrecerles los sacramentos.
Los años que lleva en el seminario le han ayudado a crecer en la fe y a relacionarse ampliamente, pero la formación no termina con la ordenación, “es un proceso de por vida.”


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